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Comentario crítico

  • ¿Cómo liberarse de la dominación? Para esto, los pensadores latinoamericanos utilizan términos contrahegemónicos, en específico el criterio de indigenismo, subalterno, liberación, consenso de Bartolomé de las Casas y Augusto Salazar Bondy. La cultura de la liberación [propone] cancelar la distinción entre cultura de élites y de masas.[1] La cultura de la liberación es teoría nítida, por lo tanto puede ser revolucionaria, dicha revolución es necesaria para llegar a la libertad, ya que la revolución nos aleja del conocimiento y nos acerca de la sensibilidad y la razón y, como ha propuesto Boff, el cuidado (vínculo entre el corazón y la razón) nos lleva al respeto por la vida, felicidad.

  • Para el pensamiento latinoamericano se trata, en un primer momento, de saber quiénes somos (“¿Qué somos nosotros, los pueblos latinoamericanos, entre los pueblos, las civilizaciones?”, se preguntará Darcy Ribeiro), y a partir de la respuesta que se dé, el pensador, un pensador siempre político, por la necesidad de politización del intelectual en nuestro abya yala, el continente que sangra, se darán diferentes planteamientos para la acción. Así, por ejemplo, Bartolomé de las Casas defenderá que los indios tienen una “pretensión universal de validéz” y debe respetárseles. Mariátegui, con el indio también, lo colocará como el principal sujeto de cambio social en nuestra región, adaptando el marxismo a nuestras problemáticas locales. Martí abogará por la unión panamericana, lanzando un grito que llegará desde el río bravo hasta tierra del fuego y desde las islas del Caribe hasta la selva Amazónica: ¡Americano, conócete a ti mismo!

  • Conocernos primero, y después ¿qué hacer? Generar las condiciones para el cambio, para que nuestra región deje de ser colonia no solo culturalmente, sino política y económicamente. Los esfuerzos de Martí, de Dussel, de Mariátegui, de Boff, de Leopoldo Zea, de Salazar Bondy, de Luis Villoro y de tantos otros que hemos tenido que dejar de lado, (como el Che Guevara, como José Revueltas) quieren hacernos avanzar hacia un lugar concreto: la liberación de nuestros pueblos.

  • ¡realmente, vivo en tiempos sombríos!

  • La palabra ingenua es necia. Una frente lisa

  • revela insensibilidad. El que ríe

  • aún no ha recibido la terrible noticia.

  • […]

  •  

  • Llegue a las ciudades en la época del desorden,

  • cuando reinaba el hombre.

  • Me mezcle con los hombres en la época de la revuelta

  • y me alcé con ellos.

  • Así pasé el tiempo

  • el que me fue concedido en la tierra.

  • […]

  •  

  • Vosotros, los que surjáis del diluvio

  • en el que nosotros nos hundimos,

  • pensad

  • cuando habléis de nuestras debilidades,

  • también en los tiempos sombríos

  • de que os habéis librado

  • pensad en nosotros

  • con indulgencia.[1]

  • [1] Arendt, H. Más allá de la filosofía: escritos sobre cultura, arte y literatura. Más allá de la frustración personal: la poesía de Bertolt Brecht. Madrid: Trotta, 2014, pag. 124. 

Cierto cansancio (Pablo Neruda)

 

No quiero estar cansado solo,

quiero que te canses conmigo.

 

Cómo no sentirse cansado

de cierta ceniza que cae

en las ciudades en otoño,

algo que ya no quiere arder,

y que en los trajes se acumula

y poco a poco va cayendo

destiñendo los corazones.

 

Estoy cansado del mar duro

y de la tierra misteriosa.

Estoy cansado de las gallinas:

nunca supimos lo que piensan,

y nos miran con ojos secos

sin concedernos importancia.

 

Te invito a que de una vez

nos cansemos de tantas cosas;

de los malos aperitivos

y de la buena educación.

 

Cansémonos de no ir a Francia

cansémonos de por lo menos

uno o dos días en la semana

que siempre se llaman lo mismo

como los platos en la mesa,

y que nos levantan, a qué?

y que nos acuestan sin gloria.

 

Digamos la verdad al fin,

que nunca estuvimos de acuerdo

con estos días comparables

a las moscas y a los camellos.

 

He visto algunos monumentos

erigidos a los titanes,

a los burros de la energía.

Allí los tienen sin moverse

con sus espadas en la mano

sobre sus tristes caballos.

Estoy cansado de las estatuas.

No puedo más con tanta piedra.

 

Si seguimos así llenando

con los inmóviles el mundo,

cómo van a vivir los vivos?

 

Estoy cansado del recuerdo.

 

Quiero que el hombre cuando nazca

respire las flores desnudas,

la tierra fresca, el fuego puro,

no lo que todos respiraron.

 

¡Dejen tranquilos a los que nacen!

¡Dejen sitio para que vivan!

No les tengan todo pensado,

no les lean el mismo libro,

déjenlos descubrir la aurora

y ponerles nombre a sus besos.

 

Quiero que te canses conmigo

de todo lo que está bien hecho.

De todo lo que nos envejece.

De lo que tienen preparado

para fatigar a los otros.

 

Cansémonos de lo que mata

y de lo que no quiere morir.[1]

 

 

 

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